El campo le recuerda a Milei su lugar: un voto prestado y una advertencia que resuena

La luna de miel entre el campo y el gobierno de Javier Milei, una alianza que parecía forjada en la defensa de la libertad económica y la desregulación, ha entrado en un terreno de inestabilidad y tensión. La advertencia es clara, el mensaje contundente y la voz de la autocrítica, inesperada. En un giro que sorprende a muchos, la dirigencia agropecuaria, históricamente afín a las políticas liberales, le ha enviado un mensaje inequívoco al presidente: "El voto es del pueblo, no de nadie en particular". Esta declaración, que resuena con la fuerza de un ultimátum, no solo cuestiona las últimas medidas del Gobierno, sino que también le recuerda a Milei que su apoyo no es incondicional.
El divorcio silencioso: del apoyo incondicional a la crítica cautelosa
El romance entre el sector agropecuario y Javier Milei se construyó sobre pilares sólidos. El campo, ahogado por la carga impositiva de las retenciones y la intervención estatal en los mercados, vio en la figura de Milei a un salvador. Su promesa de eliminar las retenciones, de liberar el mercado de cambio y de desregular la economía resonaba con las demandas históricas de las entidades agrarias. Durante la campaña electoral, las bases de la producción agraria se volcaron masivamente a las urnas para apoyar al candidato libertario, creyendo que su victoria marcaría el inicio de una nueva era de prosperidad y autonomía.
Sin embargo, el aterrizaje en la realidad ha sido más duro de lo esperado. A pesar de que el Gobierno ha realizado avances en la desregulación, el campo ha comenzado a mostrar su descontento ante la falta de medidas más contundentes y, lo que es más grave, por la percepción de que las decisiones se toman sin un diálogo previo. El lema de Milei, "No hay plata", ha servido de justificación para que las retenciones a la soja se mantengan, y la falta de un plan claro para la eliminación de impuestos distorsivos ha generado una profunda frustración. El sector productivo, que esperaba un cambio radical, se ha encontrado con una gestión que, si bien tiene un norte ideológico claro, carece de la pragmática para articular sus políticas con quienes verdaderamente las aplican.
La declaración de la dirigencia agropecuaria no es un simple capricho; es una señal de alarma. En sus palabras, hay un reclamo a la falta de consulta y un llamado a la humildad. "Las decisiones deben ser consensuadas", han señalado, en un claro mensaje a la Casa Rosada. El campo, que se siente el principal motor económico del país, no acepta que las políticas se diseñen desde un escritorio, sin escuchar las necesidades y las preocupaciones de quienes trabajan la tierra día a día.
El mensaje de la advertencia: "El voto es del pueblo"
La frase "El voto es del pueblo" es un recordatorio a Milei de que su victoria no fue un cheque en blanco. Si bien el campo lo apoyó, lo hizo con la esperanza de que sus demandas fueran escuchadas. Ahora, al sentir que el diálogo se ha roto y que las promesas no se cumplen, la dirigencia agropecuaria ha decidido dejar de ser un simple espectador y asumir un rol más activo en la política.
Esta advertencia es también una forma de presionar al Gobierno para que acelere las reformas que el campo considera vitales. Con una economía en recesión y una sequía que ha golpeado con dureza al sector, el tiempo es un factor crucial. Las entidades agrarias no están dispuestas a esperar indefinidamente por la eliminación de las retenciones y la implementación de políticas que fomenten la inversión y la producción.
El mensaje es claro: el campo sigue creyendo en la filosofía de la libertad económica, pero si el Gobierno no demuestra con hechos que está dispuesto a escucharlos, su apoyo se volverá cada vez más condicional y, eventualmente, podrían dejar de ser un aliado para convertirse en un crítico más.
Un futuro incierto y el dilema de Milei
La advertencia del campo a Milei es un claro indicio de que la luna de miel ha terminado. El presidente, que llegó al poder con un discurso antisistema, se enfrenta ahora a un dilema: ¿seguirá adelante con su visión centralizada de la gestión, o abrirá el diálogo con los sectores productivos que son clave para la recuperación económica del país?
El reclamo del campo no es un ataque personal a Milei; es una señal de que la política en la Argentina sigue siendo una red de alianzas y consensos. El gobierno de la libertad, si quiere tener éxito, deberá entender que el diálogo no es una debilidad, sino una fortaleza, y que el voto del pueblo, aunque haya sido expresado con una fuerza arrolladora, es una herramienta que se presta y se puede retirar.